domingo, 9 de diciembre de 2012

T. Práctico N° 5 Sobre un cuento de R. Piglia Mario Giacone Partieron al mediodía. Las miradas de los jinetes estaban puestas en el camino. Él iba detrás, como obedeciendo a un hábito. Aflojó las riendas y la marcha se hizo más lenta. Vio la sombra de su caballo, apenas visible a esa hora. Se preguntó, ¿para qué seguirlos?. Siempre estaba ausente para ellos. Al ver el pequeño cementerio bajó del caballo y se sentó en una piedra, al costado del camino. Pasó revista a todo lo reciente: el salvamento del ternero guacho, la sombra de la cruz sobre la pared de la iglesia, la misma cruz que le había regalado la rubia, el baile y los hombres borrachos. También recordó el duelo donde cayó malherido. Pensó, lo pasado pisado. Si los seguía, se repetirían las burlas y la indiferencia en otros lugares y horas del día. Se puso de pie, miró el portón y con paso lento pero firme entró al camposanto. Su destino era el común de los mortales. Una nube de polvo lo ocultó del mundo.